15 mayo 2008

MEDITACIÓN SOBRE LOS SUEÑOS PERDIDOS

POEMA. Mikel Orrantia-Tar. Sestao, 25-03-08

¿Qué fue del tiempo de los sueños factibles,
cuando, después, se sabe
que ya no queda, saber,
que hacer con los sueños,
en un mundo
ya ajeno
que dejo un día cualquiera de ser soñado, nuestro?

Cuando el Hombre pierde sus sueños ¿qué queda de su alma?

Me pregunto compañero, y te pregunto a ti de paso:
¿qué fue del tiempo perdido,
haciendo para sobrevivir
aquello con lo que no estabamos de acuerdo,
aquello que nos disgustaba,
aquello que, probablemente,
nunca habríamos hecho cuando éramos…
lo que quisimos ser, o casi?

¿Después de los años de lucha y privaciones,
tras la derrota,
al iniciar la andadura,
que respondía, ya, en adelante,
a nuestras ambiciones materiales,
a las sentidas necesidades,
“hecho para sobrevivir”,
en las mejores condiciones posibles,
en un mundo adverso,
que ya no sería el nuestro,
ni le veríamos jamas, vívido, convivial, realizable…
como aquel que inundaba,
de olas de vida chispeantes, nuestra imaginación,
cuando los sueños y la acción eran rebeldes
y el futuro posible…?

Luego, vendría, compañero, la derrota; y, con ella,
de entre nosotros,
la supervivencia de los que aún estábamos vivos.
(¿¡Es el primer deber del rebelde, del revolucionario, sobrevivir?!)


La derrota, si: lo que nos hizo dejar
nuestros sueños,
lo mejor de nosotros,
en la orilla del camino por la vida…
quizá para siempre,
perdido, en la bruma de la cotidiana realidad adversa,
de este capitalismo desaforado, ineficiente, inhumano,
el horizonte soñado y buscado con ahínco,
humanista, socialista y libertario… soberano.

Como la espuma de la cresta de la ola,
evaporada por los deslumbrantes rayos del sol,
en las ultimas tormentas de primavera,
aireada por los vientos marinos,
para volverse a convertir en agitada agua… Quizá…

Y, me pregunto e interpelo, compañero:
¿En que lugar del camino
dejamos
orillados
a los amigos del alma compañeros, perdidos;
a los seres queridos que cayeron, cambiaron o se fueron?

¿A que puerto arribaran nuestras perdidas almas rebeldes tras la derrota?
¿cómo volveremos a soñar,
para saber
adonde dirigir
nuestros pasos errantes de rebeldes sin causa,
desconfiados ya para siempre de sueños y promesas de sueños…
y de causas pendientes, sin rebeldes con causa?

¿O, quizá, sea, amigo,
que estemos ciegos,
por causa, de que ya,
la realidad que vivimos, compañero,
no nos permite ver
las piruetas brillantes de la espuma,
la intensidad de ésta nueva ola rebelde e insumisa
y del sueño nuevo en ella contenido?

¿Dónde perdimos nuestros sueños?
Me pregunto y te pregunto, amigo. Y me digo:
¿A dónde iremos ahora?
¿Qué haremos, bien, para cambiar aquello que, evidentemente, va mal?
¿Qué será de nosotros, y de todos?...

Menos mal, entre tanto,
me respondo a mi mismo,
y quizá me justifico con ello,
que tenemos, algunos, a los nuestros.

Menos mal, me digo
(mientras te pido: aguanta mi mirada amigo,
y acaricia mi alma nostálgica y dolorida,
por los recuerdos, y las vidas que nunca llegue a hacer),
menos mal
que, algunos, pudimos hacer
una fortaleza –‘torre de marfil’: ¿recuerdas?-
entre el que hacer diario y el futuro sin sueños de futuro,
de nuestras adaptadas nuevas formas de vida.

Espacios libertarios y fraternos, conviviales,
desde los que poder resistir con dignidad posible,
el paso transitario de esta vida: larga y breve al fin,
entre seres queridos,
y haciendo,
algunas, cosas, quizá de utilidad,
para lograr que un día cualquiera de mañana,
sea hagan realidad los viejos sueños,
que, antes de ayer, dieron vívido sentido a nuestras vidas.

Quizá, ¡al fin! amigo compañero,
estemos aun a tiempo:
¡Intentemos mantenernos despiertos,
por si se presenta la oportunidad
de volver a soñar con el futuro!

Te confirmo mi idea principal
que me ha llevado hoy
a escribirte-me esta carta con pretensión de poema:

¡Nada vale
lo que el sueño
que nos permite
saber
quienes somos y a donde vamos!
¡palabra!