SOBRE EL PODER, LA CRISIS, LA GRIPE A Y OTROS MENESTERES
KOLDO AZKONA ZUBIMENDI (*) 21 de Agosto de 2009
Vivimos una época convulsa. Se ha juntado todo. Y para mal. Tras los atentados del 11-S Bush proclamó la “PATRIOT ACT” y nos trajo la sociedad de la vigilancia, el control de las comunicaciones, biometrías, localización, seguimiento mediante control electrónico…. Es decir, un recorte de las libertades civiles donde el derecho a la intimidad y a la vida privada han dejado de existir. Papá estado se encarga de saber todo lo que hacemos, a donde vamos, qué decimos. Y todo esto a través de los seguimientos de nuestras tarjetas de crédito, de nuestros números de telefonía móvil, de Internet.
Lo saben todo. El control policiaco desde el poder.
En esa época ya se intuía que a nivel económico algo no funcionaba bien. Cuando explotó la olla de la economía mundial salieron a pasear por la faz de la tierra las furias de una Pandora que han devastado todo un sistema de funcionamiento.
Fue Marx quién habló de capitales ficticios y auguró que el capitalismo entraría en una contradicción mayúscula.
Y los bancos –los grandes bancos- se han encargado de acrecentarla con una especulación salvaje y lesiva para todo el mundo.
Lo que no consiguió el comunismo lo ha conseguido el capitalismo. Él solito. Se ha fagocitado a sí mismo. Ha llevado su propio sistema a la autodestrucción. La consecuencia de no haber capital disponible supone la ruptura de toda la cadena de inversión, producción, excedentes, ventas y consumo que lo determinan como tal.
No bastaba con ingresar riquezas a punta de pala. No. Tenían que llevarlo a situaciones más allá del límite lógico de lo sostenible. La avaricia. Ahora sí que comprendo este concepto.
No me extraña que todas las religiones, hasta ahora conocidas, la tipificaran como un pecado capital. La avaricia como el paradigma de hasta donde puede llegar la condición humana en su pulsión más deshumanizadora: el egoísmo.
Resultado final para los ciudadanos de a pie: un paro inmenso, intenso y de larga duración.
Se acabó el baile; la ciudadanía haciendo cola en las puertas de los bancos con las llaves de sus pisos en la mano diciendo: “tomad mi casa, no puedo pagar la hipoteca. Se acabó la segunda vivienda. Se acabó la enseñanza privada para mis hijos. Las vacaciones de este verano han sido las últimas”.
En las puertas de muchísimas empresas hay un letrero que pone “ERE”.
Se multiplican por cien las asistencias más básicas en Cáritas.
El sector servicios se hunde porque antes se hundió el de la construcción y todos los sectores derivados de la industria.
Y porque los productos financieros llamados “tóxicos” se han ido por el sumidero de la crisis dejando al personal con una mano delante y otra detrás.
Sin ningún tipo de esperanza. Sin sindicatos, sin alternativas, sin dinero, salvo para los grandes bancos.
Y hablan de brotes verdes. Que cara tienen.
El único brote que había se ha convertido en pandemia.
Hablo de la GRIPE A (N1H1). Y es una pandemia, no por la gravedad que conlleva si no, por su extensión.
La diferencia entre la gripe humana y la A (N1H1) es que el tipo de virus parece proceder de la especie porcina y que puede tener características del virus humano y del virus aviar por una completa mutación debido a que las características genéticas del cerdo son muy similares a las del ser humano. Por eso se habla de contagio cruzado: El cerdo puede contagiar al hombre con un virus específico o reagrupado con el aviar y/o el humano. Y viceversa, puede que el cerdo sea contagiado por el hombre.
De cualquier manera ésta pandemia ha generado una situación que va más allá del miedo lógico a las enfermedades.
Parece que el pánico ha ido en aumento y me da por pensar que quizás exista un cierto nivel de manipulación para soterrar los problemas que se avecinan con la crisis en el momento histórico en que vivimos.
Es cierto que la gripe humana se cobra cientos de miles de muertos todos los años entre personas inmunodeprimidas y con patologías crónicas.
La GRIPE A (N1H1) no va a llegar más allá en cuanto a número de víctimas pero sí en cuanto a niveles de contagio. Se calcula que el 50% de la población mundial la va a sufrir lo cual significa que se va a generar un caos social que va más lejos de los protocolos que cualquier departamento de sanidad pueda poner en marcha para evitarlo.
A los pocos puestos de trabajo que queden sumémosle el absentismo laboral incrementado por el efecto de la GRIPE A: ¿quién va a conducir metros, autobuses, trenes?, ¿quién atenderá en los supermercados, hospitales, farmacias, edificios públicos?, ¿quién dará clases en la enseñanza?, ¿habrá partidos de fútbol? ¿prensa escrita o audiovisual?.
Lo grave. –contagio aparte-, son las consecuencias que, cifradas en Euros, van a representar otro varapalo a una economía mundial en recesión.
Que se prepare Sanidad. El otoño está al caer y las vacunas no acaban de aparecer.
¿Qué pasa con los grandes laboratorios y empresas farmacológicas?.
¿Habrá vacunas para todos los países o sólo para los ricos?.
¿Quién los controla en una sociedad de libre mercado?
Mucho me temo que para ellos éste va a ser un año redondo en beneficios.
Thomas Malthus (siglos XVIII y XIX) economista ingles que desarrolló las teorías de Adam Smith sobre “Crecimiento y desarrollo económico” planteó desde una posición agrarista que es inversamente proporcional la relación entre crecimiento demográfico y recursos naturales.
Si la especie humana se reproduce sin control los recursos naturales no llegarán para todos. Por eso justificaba las guerras, las epidemias, el hambre, como factores necesarios para la continuidad de la especie. Lo que él llamaba “El estado estacionario”.
El punto ineludible de todo proceso de crecimiento económico.
Ricardo y Marx añadieron un componente fundamental a las teorías de Malthus: El capital como principal factor de crecimiento en la segunda mitad del siglo XIX. Las consecuencias eran similares y conducían a conclusiones igualmente pesimistas.
El siglo XX se convirtió en el de los mayores avances científicos y tecnológicos
de la historia de la Humanidad.
También en el más sangriento propiciado por los grupos de presión que quisieron acumular el poder global a través de las armas de ejércitos preparados para ello.
Lo que Marx ignoraba es que esos avances tecnológicos podían llevarnos a través de la comunicación a lo que Marshall Mcluhan denominó “La aldea global”.
Todo el mundo interrelacionado a través, fundamentalmente, de Internet, que actuaría como acercador de distancias y comprensión entre personas y problemas a nivel mundial.
Al menos en teoría. Mcluhan pensaba que tanto la solidaridad como la lucha por solucionar contradicciones entre desarrollo y ecología y problemas económicos nos podría llevar a conseguir un desarrollo sostenible para este Planeta.
Me temo que también contaba con la “Teoría del caos”, (“El efecto mariposa”), que viene a decir que cualquier acontecimiento en determinada parte del mundo puede tener efectos a escala mundial, como por ejemplo las fluctuaciones de los mercados financieros mundiales.
Pero está en manos de los de siempre. Seguimos en el puño de la “Patriot Act”. Y en esas estamos.
A esta época convulsa hay que añadir las migraciones masivas, el deterioro climatológico que modificará la orografía del planeta: la capa de ozono, el deshielo polar, la desertización galopante…
Esto es de locos; controlados por el poder. Sin recursos económicos y …”no se toquen, no se besen”… con miedo a la muerte en un planeta al que estamos asesinando.
Que se prepare Sanidad, porque mezclando unas cosas con otras, -y todo encaja-, a parte de vacunas contra pandemias, tendrá que potenciar al máximo todo un nuevo sistema de salud mental porque la que se avecina no es para menos y, el “un mundo feliz” de Aldous Huxley está aún demasiado lejos. Menos mal.
Tenemos tiempo para intentar hacerlo bien.
Igual poniéndole música.
Salud y rebeldía
Koldo
(*) MIEMBRO DE LA ONG MÚSICOS SINFRONTERAS
“ DEL COLECTIVO BURDIÑA de SESTAO
28 agosto 2009
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